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LA PSEUDOCRÍTICA GÜELFA A MILEI 

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Acaba de salir un documento crítico del exponente principal del nacionalismo católico güelfo en contra del reciente discurso de Milei en Davos. Su crítica es un intento por rescatar y advertir a aquellos de sus filas, seguidores muchos de ellos de la lefevrista Villarruel, que se han dejado seducir por algunas partes del discurso aludido, tales como su crítica al aborto y al feminismo, y al respecto hace notar cómo la misma resultaría puramente declamativa puesto que no estaría acompañada ni de la derogación de la actual ley del aborto ni de las distintas normativas aun vigentes inspiradas en la ideología feminista. Del mismo modo que también hace notar la contradicción existente en el hecho de que en el Conicet se haya puesto a cargo a un notorio promotor de la ingeniería genética.


Digamos al respecto que, si bien la postura de Caponnetto resulta más rescatable que la de otro filósofo de su misma perspectiva quien celebraba que el sionista Milei no usara más el lenguaje inclusivo en sus discursos, sus críticas resultan totalmente anacrónicas para los tiempos en los cuales. vivimos. Oponerse al aborto con la explicación infantil de que frena la reproducción de la especie humana, argumento por lo demás compartido por el mismo Milei en su discurso, representa en la actualidad un absoluto sin sentido. Todo lo contrario, uno de los grandes problemas del planeta y de la supervivencia de nuestra especie está representado por el crecimiento ilimitado de nuestra población que se duplica en su número cada 25 años, cosa que antes pasaba cada medio milenio. Ello se debe principalmente a los impresionantes avances alcanzados por la medicina que han multiplicado hasta límites siempre mayores la duración de la vida de las personas. Si a esto le agregamos un estímulo a los nacimientos mediante el precepto de que hay que multiplicarse, tal como propone el autor, el mundo en poco tiempo se convertiría en inhabitable. En lo que Milei y Caponnetto concuerdan es pues en el hecho de que consideran que el aborto es un medio efectivo en la limitación de los nacimientos y que por lo tanto no debería implementarse. En el caso del primero principalmente -y es acompañado en ello también por el segundo por el silencio que le brinda a tal hecho-, porque niega que exista un problema ecológico en el planeta y que la acción del hombre no podría dañarlo de manera alguna ni con la contaminación ambiental ni con el exceso poblacional pues en todos los casos existiría como una mano invisible que lo regiría armoniosamente, tal como el primero lo supone también respecto del mercado . 
El segundo elemento que critica es su adhesión a la ingeniería genética y aquí yo debo coincidir en que, si bien puede ser rechazable la clonación de los seres, en especial en el caso de la devoción zoofílica denotada por el actual presidente, tal procedimiento es en cambio rescatable si de lo que se trata es de la curación de enfermedades hereditarias como el alzheimer o la diabetes. A no ser que Caponnetto se oponga a tal cosa porque reputa que sería bueno que las mismas sigan existiendo a fin de no interferir con el precepto bíblico de la multiplicación ilimitada de la especie. 


Nosotros en contraste con las dos posturas anteriores estamos en contra del aborto no porque lo reputamos un impedimento de la reproducción vermicular de los seres humanos, sino porque, todo lo contrario, el mismo se enmarca en el fenómeno que la produce y que por lo tanto no la convierte en modo alguno en un correctivo como se dice erradamente. Se trata aquí de lo que se conoce como la revolución sexual que es lo que en última instancia fomenta los nacimientos, siendo los procedimientos anticonceptivos que la acompañan sumamente ineficaces al respecto y en muchos casos hasta contraproducentes -y el aborto es uno de ellos- pues son múltiples las maneras como los mismos son sorteados generando muchas veces más nacimientos indeseados que los que pudiesen haber habido en circunstancias en que los mismos no hubieran nunca existido (1). Es contra de la revolución sexual es que hay que combatir, contra la propaganda sexopática que estimula a la población a la fornicación compulsiva es donde se encuentra el problema.

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(1) Al respecto como por otro lado fue señalado por una diputada del bando mileista muchas veces los medios anticonceptivos, entre ellos el aborto, son utilizados a la manera de chantaje por ciertas mujeres con la finalidad de enriquecerse resuelven dar a luz hijos de acuerdo a su conveniencia y al nivel económico del ocasional compañero sexual. Pensemos en la cantidad de hijos no queridos que tuviera entre otros el famoso fornicador Maradona entre tantos.

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Marcos Ghio
El Bolsón, 20/01/24 
 

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